🌊 El Itan de Oxum: El Río de Oro y Sabiduría
En los albores del mundo, cuando los Orixás caminaban entre los hombres, el Àiyé era vasto, indómito y aún carente de ternura. Fue entonces que Oxum, señora de los ríos, la belleza y el amor, descendió con su abanico de plumas de pavo real y su cántaro lleno de agua sagrada.
Oxum no gobernaba con fuerza bruta, sino con carisma, inteligencia y misterio. Donde sus aguas tocaban, florecía la vida. Las mujeres la invocaban para la fertilidad, los sabios para la sabiduría, y los enamorados para encontrar el camino del corazón. Pero muchos Orixás subestimaban su poder, creyendo que la guerra y la estrategia eran superiores a la dulzura.
Un día, los Orixás buscaron el conocimiento de Ifá, pero el Oráculo se negaba a hablar. Yemanjá, Obatalá y Xangô no lograban que las palabras sagradas fluyeran. Fue entonces que Oxum se acercó al Oráculo, bañó sus pies con agua fresca del río, y le ofreció miel como ofrenda. El Oráculo, conmovido por su gesto, reveló sus secretos.
Los demás Orixás comprendieron: sin dulzura, no hay sabiduría; sin ternura, no hay equilibrio.
Desde ese día, Oxum es recordada como la que abre los caminos del conocimiento con amor. Su energía es la del río que no se detiene, que pule las piedras y nutre la tierra. Por eso, a ella se le canta con dulzura, se le ofrece miel, flores amarillas, y se le agradece cada lágrima convertida en oro.
Oxum no gobernaba con fuerza bruta, sino con carisma, inteligencia y misterio. Donde sus aguas tocaban, florecía la vida. Las mujeres la invocaban para la fertilidad, los sabios para la sabiduría, y los enamorados para encontrar el camino del corazón. Pero muchos Orixás subestimaban su poder, creyendo que la guerra y la estrategia eran superiores a la dulzura.
Un día, los Orixás buscaron el conocimiento de Ifá, pero el Oráculo se negaba a hablar. Yemanjá, Obatalá y Xangô no lograban que las palabras sagradas fluyeran. Fue entonces que Oxum se acercó al Oráculo, bañó sus pies con agua fresca del río, y le ofreció miel como ofrenda. El Oráculo, conmovido por su gesto, reveló sus secretos.
Los demás Orixás comprendieron: sin dulzura, no hay sabiduría; sin ternura, no hay equilibrio.
Desde ese día, Oxum es recordada como la que abre los caminos del conocimiento con amor. Su energía es la del río que no se detiene, que pule las piedras y nutre la tierra. Por eso, a ella se le canta con dulzura, se le ofrece miel, flores amarillas, y se le agradece cada lágrima convertida en oro.

