Los hijos de Òrìṣà Òggún
Hablar de los hijos de Òrìṣà Òggún es hablar de seres que cargan en su sangre la fuerza del hierro, el peso de la disciplina y la llama de la batalla. Òggún, señor de los caminos, dueño del machete, del arado y de todo aquello que corta y abre senderos, imprime en sus hijos un carácter particular, que a veces se convierte en prueba y otras en bendición.
Los hijos de Òggún suelen ser intensos, determinados y guerreros en su andar. No conocen la rendición fácil, porque el hierro no se dobla ante cualquier golpe. Así como el machete se templa con fuego y golpes de martillo, el hijo de Òggún se forja en las dificultades de la vida. De allí que muchas veces lleven una vida de pruebas constantes, de desafíos que parecen mayores que los de otros, porque Òggún moldea en ellos la resistencia y la capacidad de superar.
Son personas directas, que dicen lo que sienten, incluso con cierta rudeza. No tienen la lengua dulce como la de Òṣun, ni la calma serena de Ọbàtálá; en ellos se nota la palabra cortante, como filo de cuchillo. Pero esa franqueza es, al mismo tiempo, su fuerza y su verdad. No soportan la mentira ni las medias tintas, y prefieren perder antes que traicionar su propio sentido del honor.
Los hijos de Òggún también tienen un corazón noble, aunque muchas veces escondido tras una coraza de dureza. Su carácter guerrero no significa falta de amor; al contrario, luchan con bravura por quienes aman y son capaces de sacrificarse hasta el extremo por proteger a los suyos. Si un hijo de Òggún te llama hermano, amigo o compañero, ten por seguro que tendrás a tu lado un guardián dispuesto a darlo todo.
Por otra parte, su temperamento puede traer dificultades. Así como Òggún es dueño del hierro que construye y del hierro que destruye, sus hijos pueden caer en la impaciencia, en la rabia repentina y en la obstinación que no cede. Son personas que deben aprender a controlar su fuego interno, para que la espada no corte donde no debe. La enseñanza que Òggún deja a sus hijos es que la fuerza debe estar al servicio de la justicia, no de la cólera.
Los hijos de Òggún son también trabajadores incansables. El Òrìṣà del hierro y del trabajo imprime en ellos la necesidad de hacer, de crear, de construir. Pueden cansarse, pero rara vez se detienen. La labor constante es para ellos una manera de mantenerse vivos y conectados con su padre Òrìṣà.
En resumen, los hijos de Òggún son hombres y mujeres de carácter fuerte, de corazón fiel y de manos incansables. Son guerreros por naturaleza, protectores por instinto y trabajadores por destino. Llevan en su interior el fuego de la guerra, pero también la semilla de la justicia. Y así como Òggún abre los caminos con su machete, sus hijos tienen el don de abrir sendas en su vida y en la de los demás, siempre con la fuerza del hierro que los habita.