Dentro de las tradiciones espirituales que se conocen en la actualidad, encontramos una esencia común. Ifá, la tradición espiritual de África Occidental, no es la excepción. Al adentrarnos en el simbolismo de los tres colores (Negro, Blanco y Rojo), las enseñanzas de Ifá se equiparan a las de la Alquimia Cristiana, Hebrea o Sufí, solo por mencionar algunas tradiciones espirituales reconocidas. Todas comparten el símbolo de la Piedra (Oyigiyigi Otá mi o), entonada para evocar la Piedra Primordial que todos representamos.
Frecuentemente, encontramos confusiones en torno a estos tres colores. La representación básica del blanco y el negro remite a la luz y la oscuridad, y por ende al día y la noche, al sol y la luna, a la expansión y la contracción: elementos que en Yorùbá se conocen como Iré y Ibi. Esta dualidad opuesta es fundamental en la dinámica de la naturaleza y la energía, el àse.
El Negro, el Blanco y el Rojo representan el Nigredo, el Albedo y el Rubedo, las tres etapas esenciales por las que atraviesa la Piedra Primordial que somos en nuestra transformación hacia su destino más elevado.
Cuando observamos los odù o signos de Ifá, estos aparecen como formas o mandalas que, en su forma más común, corresponden a una escritura binaria, pero en un nivel más profundo, se manifiestan como colores, como energía. La tradición nos enseña que:
Ogbè se asocia al blanco;
Òyèkú al negro;
Ìwòrì al negro-rojo; y
Òdí al blanco-negro,
mencionando solo los primeros cuatro signos. Estas combinaciones constituyen la base de la Alquimia de Ifá, permitiéndonos compartir ideas sobre la Alquimia de los Tres Colores en esta tradición con nuestros estudiantes.
El Nigredo, el estado oscuro o noche oscura, representa la primera etapa de transformación para aquellos iniciados; es el primer paso que experimentamos en nuestra práctica espiritual. Este oscurecimiento implica la ausencia de luz. Es la muerte iniciática o psicológica para renacer más tarde.
Bàbá Edu es uno de los nombres fundamentales para invocar a Òrúnmìlà, el Maestro, el Sabio. Significa "Aquel que es Únicamente Negro". Este nombre alude al Negro como símbolo del estado de No-manifestación, lo Inmortal.
También hace referencia a los Ikines o semillas sagradas del Oráculo de Ifá, las cuales son de color negro. El maestro René Guenón explica de manera contundente: “Este color presenta un doble simbolismo (...) En su sentido superior, el color negro simboliza esencialmente el estado principal de No-manifestación (...) Este último punto de vista es, naturalmente, el de los seres que, por una razón, se sitúan simbólicamente en el centro mismo”, es decir, son la sede del centro espiritual, lo No-manifestado.
En su sentido inferior, el color negro simboliza la putrefacción, la descomposición y la muerte. En muchas formas, este simbolismo del Nigredo –la noche, el caos, las tinieblas– se manifiesta en las iniciaciones en Ifá, principalmente porque el iniciado muere en el mundo profano para renacer en el mundo sagrado.
El Albedo, la piedra lavada, purificada o blanqueada, es la luz íntegra que no se ha fragmentado en colores; representa la etapa blanca, es decir, la purificación, el lavado de toda negatividad y la clarificación de los pensamientos, deseos y palabras que nos rodean a diario.
El Rubedo, el enrojecimiento, simboliza la obra realizada, es la etapa que culmina todo proceso; es la fase más elevada de un iniciado en Ifá: es la síntesis y la sabiduría, la maestría con la que ejerce su conocimiento.La alquimia de los colores en Ifá
En todas las tradiciones espirituales que conocemos hoy día sobre la tierra, la esencia es la misma. Ifá, la tradición espiritual de África Occidental, no podría ser la excepción. Al explorar el simbolismo de los tres colores (Negro, Blanco y Rojo), la enseñanza de Ifá se equipara a la Alquimia Cristiana, Hebrea o Sufí, solo por mencionar tres tradiciones espirituales bastante conocidas. En todas ellas, es común el símbolo de la Piedra (Oyigiyigi Otá mi o) que entonamos para invocar la Piedra Primordial que todos somos.
Frecuentemente, encontramos malentendidos en relación con estos tres colores. Lo más básico de la representación del blanco y el negro corresponde a la luz y las tinieblas, y, por ende, al día y la noche, al sol y la luna, a la expansión y la contracción, lo que en Yorùbá llamamos Iré y Ibi. Este par de opuestos es fundamental para la dinámica de la naturaleza y la energía, es decir, el àse.
El Negro, el Blanco y el Rojo representan el Nigredo, el Albedo y el Rubedo, las tres etapas fundamentales por las que atraviesa la Piedra Primordial que esencialmente somos, en su transformación para alcanzar su más alto destino.
Cuando visualizamos los odù, o signos de Ifá, estos son formas o mandalas que, en su código más común, corresponden a una escritura binaria, pero en un nivel más profundo, se manifiestan como colores, energía. La tradición enseña:
Ogbè: blanco;
Òyèkú: negro;
Ìwòrì: negro–rojo; y
Òdí: blanco–negro,
por solo mencionar los primeros cuatro signos. Estas combinaciones son el fundamento de la Alquimia de Ifá, y con base en esta enseñanza, podemos presentar a nuestros estudiantes algunas ideas en torno a la Alquimia de los Tres Colores en Ifá.
El Nigredo, la negrura o la noche oscura, es la primera etapa de transformación que vive un iniciado; es el primer paso que vivificamos en nuestra práctica espiritual. El ennegrecimiento sería la ausencia de luz. La muerte iniciática o psicológica para después renacer.
Bàbá Edu es uno de los nombres fundamentales para invocar a Òrúnmìlà, el Maestro, el Sabio. Significa Aquél que es Únicamente Negro. Este nombre alude a lo Negro como símbolo del estado de la No-manifestación, lo Inmortal.
También alude este nombre sagrado a los Ikines o semillas sagradas del Oráculo de Ifá, las cuales son negras. El maestro René Guenón explica de manera contundente lo siguiente: “Este color presenta un doble simbolismo (...) En su sentido superior, el color negro simboliza esencialmente el estado principal de No-manifestación (...) Este último punto de vista es, naturalmente, el de los seres que, por una razón, se sitúan simbólicamente en el centro mismo”, es decir, son sede del centro espiritual, son lo No–manifestado.
En el sentido inferior, el color negro simboliza la putrefacción, la descomposición y la muerte. De muchas formas, este simbolismo del Nigredo –la noche, el caos, las tinieblas– se manifiesta en las iniciaciones en Ifá, básicamente porque el iniciado muere en el mundo profano para renacer en el mundo sagrado.
El Albedo, la piedra que ha sido lavada y purificada, o blanqueada, luz íntegra que no se ha fragmentado en colores; representa la etapa blanca, es decir la purificación, el blanqueamiento de toda negatividad y la clarificación de los pensamientos, deseos y palabras que a diario nos acechan.
El Rubedo, el enrojecimiento, el cual representa la obra realizada, es la etapa que cierra todo proceso; es la más alta fase de un iniciado en Ifá: es la síntesis y la sabiduría, la maestría con que ejerce su conocimiento.