Sin embargo, Eshu, el dios travieso, observaba con envidia y decidió jugarle una travesura a Obatalá. En un momento descuidado, Eshu intercambió el bastón de Obatalá por uno débil y frágil. Obatalá, sin darse cuenta, continuó su labor con el nuevo bastón.
A medida que creaba, la Tierra se volvía desequilibrada y llena de conflictos. Olodumare, desde el cielo, notó el cambio y llamó a Obatalá de vuelta. Al descubrir el engaño, Eshu fue castigado, pero la obra de Obatalá ya estaba hecha.
Con humildad, Obatalá aceptó su error y juró corregirlo. Regresó a la Tierra con un nuevo bastón, esta vez más fuerte y sabio. Con paciencia y determinación, restauró el equilibrio y la armonía, enseñando a los seres vivos a vivir en paz. Desde entonces, Obatalá es recordado como el dios que superó la adversidad y restauró el orden en el mundo.